Como naturalistas agradecidos, dedicamos un recuerdo muy especial a uno de los mejores y más desinteresados trabajadores que pasaron por DEMA en sus 20 años de historia.
Nos referimos a un Cernícalo Primila macho que ingresó en el Centro de Cría, en junio de 1995, cuando solo era un pollito de cinco semanas de edad. Presentaba una lesión, ya consolidada, en su ala izquierda que le impediría ser liberado o incluido en el stock reproductor del Centro de Cría de DEMA.
Debido a la estrecha relación mantenida con las personas que lo recogieron del suelo y cuidaron, después de caer del nido, en una calle de Cáceres; pudimos integrarlo en el programa de cría en cautividad, con la misión de ofrecer su presencia como padre adoptivo a los pequeños primillas que nacían en incubadora o ingresaban con esa edad, caídos de nidos en colonias salvajes.
Los pollitos eran alimentados a mano durante los primeros días de vida, con la presencia de Curro (como lo llamaban los niños), así recibían el afecto y la impronta visual de un individuo de su especie, como si de su propio padre se tratase. De este modo la frialdad de manos y pinzas, extraños padres para pequeños de esta especie salvaje, se tornaría en un ambiente más familiar y cercano, similar al de un nido de Cernícalo Primilla.
Fue entrenado para esta función con todo respeto, sin manipulaciones ni ataduras. De forma natural, afloró en él un intenso instinto paternal que suscitó la ceba espontánea. Este comportamiento multiplicó aún más los lazos afectivos entre adulto y pollos.
Como puede apreciarse en las imagenes, acabó comportándose del mismo modo que lo hace un cuidador o un padre de esta especie, a la hora de cebar a sus propios pollitos. El efecto resultó extraordinario para los pequeños primillas pues ahora existía una relación directa con un individuo de su especie, como en un nido natural.
Por otro lado, la posibilidad de mostrar estas escenas a los niños que visitaban el Centro de DEMA, a través de una ventana-espía, se convirtió en una formidable herramienta de educación ambiental, imposible de superar con ningún libro especializado o documental de divulgación científica.
Murió el pasado 17 de septiembre, después de cumplir excepcionalmente 15 años de edad. Los que hemos permanecido diariamente a su lado, durante todo este tiempo, lloramos la muerte del amigo Curro, como la de cualquier compañero humano. Gracias Currillo por tu cariñosa, eficaz e inestimable ayuda. Nunca te olvidaremos.